Forma parte de la vida de Providentia el amor y veneración a los santos que nos preceden en el seguimiento de Cristo, y ya interceden ante Dios por nosotros, Iglesia en camino.
San Juan de Ávila, Protector de Providentia, Doctor de la Iglesia y Patrón de los sacerdotes seculares de España es modelo de amor a Cristo y a su Iglesia. Gran reformador y maestro de santos, hoy nos estimula e invita a vivir el carisma de amor, servicio y reforma mediante la propia conversión en nuestra Iglesia.
Así nos lo hizo ver Monseñor Ángel Javier Pérez Pueyo, Obispo de Barbastro-Monzón, en el Triduo que presidió y la solemne celebración del día 10 de mayo, memoria litúrgica del santo.
“Relicarios somos de Dios”, afirmaba San Juan de Ávila, tratando sobre la santidad de los sacerdotes; esta sentencia y exhortación fue la base de la predicación de D. Ángel, quien con gran pedagogía y con la alegría y cariño a los que nos tiene acostumbrados, fue desgranando la implicación para todos (sacerdotes y laicos) de estas palabras de nuestro santo protector.
La gozosa y necesaria misión de la Iglesia es “traslucir” al Dios que portamos, que llevamos dentro, ese Dios que por nuestra condición de bautizados mora en la vida de cada uno de sus hijos a los que enriquece, alimente, fortalece, sana y levanta con su Providencia en cada circunstancia de la vida.
Ha sido sin duda un verdadero encuentro con el Señor de la mano de dos siervos suyos; uno que ya está en el cielo, San Juan de Ávila, y otro, Monseñor Pérez Pueyo, que como evangelizador infatigable ha querido cruzar España nuevamente para compartir con nosotros esta experiencia de encuentro con el Resucitado.