la inmaculada ilumina el adviento y adelanta la navidad

Terminamos la novena de la Inmaculada que nos sumerge de lleno en el acto más sublime de la Misericordia del Padre, mantener ese pensamiento de amor personificado en María, lejos del poder del demonio, el Omnipotente marca con la pureza todos los actores de su plan de salvación, mostrando que el demonio no tiene poder sobre Él, ni sobre los que Él protege.

El hombre hecho a imagen y semejanza de Dios fue arrastrado en su libertad por el Maligno, como contemplamos en la escena que sucede en el Jardín del Edén y que hemos escuchado en la primera lectura de hoy. Ante esa caída aparece una mujer predestinada desde la eternidad y que quedaría fuera de esa inclinación que en el ser humano permanece. Y es que puro tenía que ser el seno de aquella que portase al autor de la vida, hecho hombre para restaurar el paraíso perdido y llevarlo aún más allá instaurando el Reino de Dios en la tierra. Por eso, María no se extraña de que el ángel la llame “llena de gracia” aunque su humildad le lleve a turbación, María se pregunta por la llegada de Dios a su vientre  ¿Cómo será eso?

Esa puerta de Dios a la tierra que ahora es puerta del hombre hacia el cielo es la respuesta de Dios a un hombre que ama como creación suya, como imagen suya, como su semejanza. Cristo será el que responda aquella invitación-trampa que quedó pendiente desde el paraíso: “seréis como dioses”, la respuesta es Cristo que en su obediencia al Padre nos ha hecho hijos de Dios, a través de Cristo y, no mediante el fruto prohibido, será como lleguemos a ser verdaderos hijos del Padre, miembros de su Reino.

Ese Reino que palpamos en nuestro devenir diario pero que de la misma forma que lo intuimos, se nos escapa; que presentimos, pero no vemos, guiados por una tenue fe que nos ilumina pero que nos esconde una Verdad que María llevó consigo, la tuvo en sus brazos y que muchos hombres de buena voluntad descubrieron en el pesebre y entendieron en la cruz.

Desde hoy, comienza el preludio de la Navidad. Con la Inmaculada Concepción de María se anticipa en el vientre de Santa Ana el plan de Dios que va marcando, anuncios y nacimientos hasta la venida en Belén del Salvador.

Desde la cumbre de la Solemnidad de la Inmaculada se vislumbra el establo de Belén.