Presidida por nuestro querido D. Jesús Zapata, fuimos convocados una vez más para pasar un tiempo de oración por el Santo Padre.
Sucesor de San Pedro, roca que mantiene firme a la Iglesia contra el poder del infierno y que siempre, pero más en estos tiempos, necesita del arma de la oración para continuar este desafío continuo que pretende volcar la barca de S. Pedro.
Una serie de oraciones y ratos de reflexión nos introdujeron en la corriente de oración que esa víspera comenzaba y que se celebraría al día siguiente con la Solemnidad de S. Pedro y S. Pablo.
A través de ellos la Iglesia celebra que está fundada sobre la fe que los apóstoles nos transmitieron, y de esa manera se apoya en la piedra angular que es Cristo. Pedro y Pablo son cimientos de nuestra fe. A ellos encomendamos hoy el ministerio del Papa, de los obispos y sacerdotes, y también encomendamos el camino de fe de toda la Iglesia Universal. Que la Iglesia pueda resplandecer con la fe que ha recibido de los Apóstoles, de su testimonio y de su caridad que les impulsó a dar la vida por su Maestro y Señor.