Para enmarcar, la homilía que Monseñor D. Jordi Bertomeu predicó este sábado 1 de mayo con motivo de la Fiesta de San José Obrero en la Iglesia conventual de las Esclavas del Sagrado Corazón.
Monseñor Jordi Bertomeu Farnós fue nombrado en 2012 oficial de Disciplina de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Prelado de Honor de Su Santidad desde 2018.
Comenzó su homilía haciendo hincapié en la predilección de Dios por cada uno de nosotros, que nos busca desde su Amor Eterno y que también sintió S. José. Cada uno de nosotros somos predilección de Dios. Queda por nuestra parte, aceptar esa verdad que escapa a nosotros y que es lo más cierto que podemos tener.
Así fue la respuesta de S. José al enigmático embarazo de María. Lo que no entraba en la lógica del mundo era “lo más normal para Dios” y S. José se fio de ese desafío.
Ahí radicaba la libertad de S. José, se fio de Dios y siguió los planes que tenía para él. Si S. José no hubiese aceptado la invitación de Dios, y no hubiese contado con el “sí” de S. José, Jesús no sería descendiente de David, como nos cuenta el inicio del Evangelio cuando relata la genealogía de nuestro Salvador.
Y es que la libertad, prosigue D. Jordi, no es hacer lo que nos apetece, como se vende desde hace unas décadas en la sociedad, sino como proclamaba San Juan Pablo II en su mítica consigna “la Verdad os hará libres”, es decir, seguir el plan de Dios, adecuar nuestra lógica a la lógica de Dios. Saber de su actuar providente en nuestra realidad y confiar en él, que como dice San Pablo “Dios dispone todo para bien de aquellos que lo aman”, aunque esto conlleve a que el Hijo de Dios nazca en un pesebre adecentado a última hora por la mano de San José.
Otro punto interesante señala al papel de padre y hombre de San José. Papel de tutor, de guía del que aún no tiene la reciedumbre para responder a las vicisitudes de este mundo, y que necesita de los límites impuestos por el padre. Experimentar el “no” ayuda a ser capaces de controlar y ser dueños de las emociones a ser personas maduras que no quieren vivir una eterna adolescencia.
Ese “no” pronunciado por el padre, desde la madurez de este, no es egoísta ni interesado sino buscando lo mejor para ese aprendiz que Dios ha puesto a su cuidado. Se necesitan hombres cabales que sepan atender a sus familias como hizo S. José: acogiendo, desde el silencio, desde el trabajo como oblación al Señor.
También destacó la figura de San José orante y pidió a los asistentes reforzar la oración, en esos silencios Dios habla a José. Apaguemos tantos medios de comunicación que hablan y hablan y hagamos silencios. San José dice más con sus silencios que muchos otros con tanta palabrería. Fue el repudio en silencio de San José, ante el embarazo de María, lo que le brindó una historia que jamás había pensado, a esa historia de sorpresas de la Providencia está llamado Aquel que se fía del Señor.